SITIO WEB DE SALUD Y CALIDAD DE VIDA DE LA ASOCIACIÓN COOPERADORA DEL CENTRO DE SALUD “LEONOR NATALI DE CAPPELLI”

Sociedad de Fomento del Boulevard Juan B. Justo

Publicado Diciembre 2017

MEDICINA Y RELIGIÓN

Por Douglas Javier León

Reunimos al Padre Luciano Guardia de la parroquia whitense con los principales referentes del Centro de Salud “Leonor Natali de Capelli”. El Poder de la fe y la ciencia en pos de la felicidad de las personas, incluso en favor de aquellos que ejercen su vocación de servir.

 

Se percibe un ambiente enrarecido, inquietante. El Padre Luciano Guardia entra en la Dirección del Centro de Salud “Leonor Natali de Cappelli” donde lo esperan los doctores Carlos Maroun y Luis Damiani. Quienes observan la escena lo ven como sapo de otro pozo, con su atuendo negro entre tantos guardapolvos blancos. El tema a tratar es “Medicina y religión”. Los representantes de cada “sector” están claramente identificados por la indumentaria y por la ubicación en torno al escritorio. Aparentemente distanciados unos del otro.

 

Media hora después, estrechan sus manos despidiéndose, sintiéndose parte de un mismo equipo, con sonrisas en sus rostros. ¿Qué ocurrió en ese lapso? Habían dialogado. Se habían enterado que el Padre Luciano había recorrido los hospitales de La Plata durante su formación como sacerdote, acompañando a niños y adolescentes pacientes y también a sus familias; se habían enterado que Luis, también en La Plata, se reencontró con la religión y hoy hace de su profesión de médico y del catolicismo una sola cosa; y se enteraron también que Carlos estudió en una escuela salesiana y que por legado de su madre “muy católica”, cuando cursaba el tercer año de Medicina en La Plata, volvía a Bahía Blanca donde tomaba la presión y daba consejos por los barrios más carenciados.

 

Las personas somos cuerpo y alma, indivisibles.

 

Tanto el Padre Luciano como los médicos Luis y Carlos se encaminan a

cumplir diez años de tareas en Ingeniero White. Los tres comparten la

“jurisdicción” que incluye a White, el Boulevard Juan B. Justo y El

Saladero. El tópico fue dicho y la charla comienza.

 

“A veces –dice Luciano- nos duele el alma y eso repercute en el cuerpo.

Una persona con desgaste anímico no tiene fortaleza para hacer las cosas

del día. Se debe recuperar la unidad de la persona en cuerpo y alma. Ante

la presencia de una enfermedad, se despierta el deseo de renovar la fe.

Los problemas complejos motivan a acercarse a Dios para encontrar fortaleza

para llevar adelante, con la fe, los dolores de la enfermedad”.

 

Muchas veces les recomienda a los creyentes realizar consultas a profesionales

de la medicina.

 

“Conozco a tres o cuatro personas que se han ordenado sacerdotes tras

haber estudiado medicina. Antes se les llamaba vocaciones tardías”, comenta

Luciano.

 

Tras las palabras iniciales de Luciano, Carlos advierte el acercamiento y afirma

que la Salud tiene un abordaje integral y que el sufrimiento del paciente no es

solamente físico.

 

“Como médicos tenemos en cuenta lo que es el umbral del dolor, el cual es diferente en cada persona. En él pesan determinadas cuestiones culturales, entre ellas, la religión. La persona se acerca a Dios para aliviar su dolor y nosotros debemos escucharlo y respetar sus creencias”.

 

Luis se ve entusiasmado con el tema y pide la palabra.

 

“El sufrimiento, creo, está dado por la imposibilidad del ser humano de solucionar todos los problemas que le afectan. Por más avanzada que esté la medicina, muchas veces como doctores nos chocamos con límites que no podemos sobrepasar con nuestras capacidades ni con el apoyo de toda la sociedad científica. Cuando ese límite aparece, hay gente que se desespera y otros que tienen una red a partir de su vínculo religioso. Creo que siempre ayuda el lazo con un ser superior, tanto para aliviar un dolor como para recargar pilas”.

 

Y redobla el entusiasmo. Luis pone sobre la mesa un subtema: Cómo se vive la fe.

 

“Hay fe muy aniñada, muy desprovista de todo contacto con la realidad, con la realidad científica.  La fe madura va en ayuda de los científicos, no se contrapone. No se puede creer que una apendicitis se cura rezando; la apendicitis hay que sacarla porque puede derivar en una peritonitis y poner en riesgo la vida. Si tengo fe y buena predisposición para ponerme en manos de un ser superior y a su vez acudir a los profesionales, sumado a un conocimiento propio para acercarme en el momento oportuno, ahí se entrelazan las tres esferas favorablemente: la sociedad, la persona y la creencia”.

 

Luciano asienta y destaca que la religión también es objeto de estudio, lógica y razonamiento Carlos recupera la palabra en la charla. Ya hablan entre ellos, sin esperar la pregunta periodística.

 

“La fe ayuda. Y se ve con la muerte. La muerte es una etapa que forma parte de la vida pero nos resulta muy difícil poder hablarlo, incluso como médicos. Entonces, a una persona que tiene fe y está segura de que hay algo más, le es menos complejo sobrellevar, por ejemplo, una enfermedad terminal. He trabajado en Terapia Intensiva mucho tiempo y hay personas para las que es importante, en determinados momentos, estar con un sacerdote. En esos casos, uno tiene que ser respetuoso y generar un espacio para ese encuentro se lleve a cabo, ya que puede favorecer a su recuperación o a afrontar lo venidero”.

 

Luciano agrega que la iglesia tiene presencia en todos los hospitales de la ciudad.

 

“Tenemos mucho en común. La vocación de servicio, la ayuda al prójimo y el estar presentes en la realidad del otro, el no ser indiferentes. Como dice el Papa, salimos al encuentro del otro. El médico está muy presente ante las dolencias del otro como profesional de la Salud y el sacerdote también, aunque desde la fe”

 

Luis advierte que la medicina ha dejado de ser meramente curativa y ha incorporado conceptos psicológicos y espirituales: “En occidente, la medicina y la iglesia tienen mucho en común. Desde sus orígenes en los hospicios, en la atención al necesitado, como actividad social”.

 

La buena raíz de la infancia

 

Luis recuerda que sus padres eran muy católicos pero que en su infancia, él vivía los actos religiosos separados del resto de su vida. Como estudiante de Medicina, le dio sustento a su fe y la unió a su profesión.

 

“El que te acerca a Dios es un camino misterioso. Estaba haciendo fila La Plata cuando me puse a hablar con otro compañero. Nos hicimos amigos y tiempo después lo acompañé a la basílica de San Ponciano a la que él iba y que brindaba mucha contención. Yo tenía una fuerte tendencia a abrazar a un Dios creador y acompañador, pero no podía unir eso con el raciocinio de la adultez. Hoy, muchas veces, voy a trabajar rezando el rosario”.

 

Para él, la Oración  es todo un capítulo. “Es recordar que soy pequeñez, que puedo hacer todo lo mejor posible pero que hay algo que me supera y de ahí esa necesidad de dialogar, de contactarme, muchas veces a partir de un problema o por el sólo hecho de recordarlo”.

 

Lo escucha Luciano y destaca que la fe es un don que se desarrolla en el tiempo y en la propia historia.

 

“En la escuela o en catequesis uno recibe conceptos que aprendemos y repetimos pero que después desarrollamos e integramos a cada acto durante el resto de la vida”, señala Luciano, quien también estudió en La Plata, en el seminario San José.

 

Cuando cursaba Teología, los sábados realizaba una tarea pastoral en el Hospital de Niños Sor María Ludovica.

 

“Teníamos distintos sectores para visitar a los niños y a sus familias. Fue una gran experiencia de fe. Ya también tengo una experiencia impactante desde la Salud y la Fe. Siendo estudiantes tuve cercanía con los pacientes y con sus familias. Cuando se trata de niños o jóvenes, parece que se sufre un dolor extra, lo digo con todo respeto, ante una vida llena de esperanza que se enfrenta a una enfermedad”.

 

Lo miramos a Carlos, quien reflexiona durante la charla sobre el lugar de la religión en su vida.

 

“Durante los primeros años de mi carrera en La Plata, mi mamá, que era muy católica, colaboraba con la Pequeña Obra y cuando yo venía a Bahía Blanca, recorría las villas a tomar la presión y trataba de guiar a las familias en la salud. A partir de mi madre, pero también de lo que uno lleva dentro”.

 

Luis lo mira y le dice que, seguramente, la vocación religiosa de su madre ha influido en que Carlos haya elegido la carrera de Medicina, donde se tiene como norte al prójimo.

 

Luciano ratifica.

 

“Un valor a conservar y difundir en las escuelas y distintos espacios es el de tener siempre en cuenta qué puedo hacer por el que tenemos al lado. En la cultura contemporánea donde uno está más cómodo refugiándose en sí mismo, debemos salir al encuentro del otro”.

Doctor Luis Damiani (izquierda)

Padre Luciano Guardia (centro)

Doctor Carlos Maroun (derecha)

 

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